Desde que el Museo Real se abrió el 19 de noviembre de 1819 con fondos procedentes de las colecciones reales, esta institución se ha convertido en uno de los principales depositarios de la memoria pictórica occidental, en punto de referencia fundamental de la cultura española. Doscientos años después de su fundación, el Museo del Prado reflexiona sobre todo ello y lo comparte con sus visitantes en un formato expositivo que durante casi cuatro meses convertirá dos de sus salas en un centro de interpretación de su desarrollo e importancia histórica.
El recorrido cronológico se articula en ocho etapas a través de las que se muestra cómo la institución ha desarrollado una personalidad propia, que a su vez ha sido reflejo del devenir histórico del país. Entre los temas tratados destaca, por su relevancia artística, el de la importancia que ha tenido el museo como espacio de reflexión e inspiración para sucesivas generaciones de artistas nacionales e internacionales, que se encuentra representado con obras de Renoir, Manet, Chase, Sargent, Arikha o Pollock, entre los artistas foráneos, y de Rosales, Saura y, muy singularmente, Picasso, entre los nacionales.