El Museo de Bellas Artes de Sevilla acoge desde este jueves 29 de noviembre hasta el 17 de marzo de 2019 la exposición «Murillo. IV Centenario», una muestra antológica del pintor sevillano que reúne 55 cuadros procedentes de pinacotecas de todo el mundo, a las que se le suman los 17 que formaban parte de la exposición anterior sobre el convento de Capuchinos de Sevilla. Distribuidas en dos salas, se pueden contemplar un compendio de obras de Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617-1682) como nunca antes se había podido ver en España.
Todo un despliegue realizado gracias a una veintena de prestadores internacionales —entre los que se encuentran el Louvre (París), la National Gallery de Londres, el Metropolitan de Nueva York o la Galleria Corsini de Roma— y cinco nacionales —como el Prado y varias colecciones particulares— que permite recorrer la producción de Bartolomé Esteban Murillo a través de obras desconocidas en España, muchas de las cuales salieron del país a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII adquiridas por comerciantes extranjeros o por casas reales europeas.
Son pinturas devocionales muy íntimas y de género en las que retrata a niños y personajes populares que entonces eran más valoradas en Europa y que salieron muy pronto de España, por eso son menos conocidas.


Coincidimos en que el principal problema que encuentra el particular es la absoluta ausencia de expertos dispuestos a ayudar. Los Museos y entidades, públicas y privadas, especializadas no colaboran porque lo tienen prohibido. Cada día son más los Estates, que velan por los legados de diferentes artistas, los que desaparecen y cierran sus puertas por los diversos problemas y reclamaciones que han tenido al certificar como auténticas obras que no lo son y viceversa. Incluso cuando se acude a un experto este niega ser conocedor o experto de un artista a pesar de dar conferencias y escribir libros, incluso catálogos razonados. Todo por miedo a poder ser demandados.
Queremos compartir este
Desde que el Museo Real se abrió el 19 de noviembre de 1819 con fondos procedentes de las colecciones reales, esta institución se ha convertido en uno de los principales depositarios de la memoria pictórica occidental, en punto de referencia fundamental de la cultura española. Doscientos años después de su fundación, el
El recorrido cronológico se articula en ocho etapas a través de las que se muestra cómo la institución ha desarrollado una personalidad propia, que a su vez ha sido reflejo del devenir histórico del país. Entre los temas tratados destaca, por su relevancia artística, el de la importancia que ha tenido el museo como espacio de reflexión e inspiración para sucesivas generaciones de artistas nacionales e internacionales, que se encuentra representado con obras de Renoir, Manet, Chase, Sargent, Arikha o Pollock, entre los artistas foráneos, y de Rosales, Saura y, muy singularmente, Picasso, entre los nacionales.
